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dc.contributorFacultad de Ciencias de la Actividad Fisica y del Deportees_ES
dc.contributor.authorVicente Pedraz, Miguel 
dc.contributor.otherEducacion Fisica y Deportivaes_ES
dc.date2004
dc.date.accessioned2018-10-30T22:44:53Z
dc.date.available2018-10-30T22:44:53Z
dc.date.issued2018-10-30
dc.identifier.citationEducación Física y Ciencia, 2004, vol. 7es_ES
dc.identifier.urihttp://hdl.handle.net/10612/8873
dc.descriptionP. 68-86es_ES
dc.description.abstractHace pocas jornadas se celebró en España un Congreso sobre Historia de la Mierda. Entre mis colegas -casi todos ellos del área de educación física y deportiva- fue comentado no sin ánimo jocoso y bufón. Aunque hubiera deseado asistir, no pude hacerlo por limpias ocupaciones profesionales: estaba comprometido, desde hacía tiempo, en la participación de otro congreso, en este caso sobre Historia de la Educación Física, coincidente con aquél en el tiempo. Tal coincidencia fue comentada y aunque un congreso de Historia de la Educación Física constituye una rareza que no deja de producir aspavientos entre muchos profesionales del campo, se tolera e incluso se entiende. Nada que ver con la reacción que provoca la historización de la mierda. No parece que sea comparable el tratamiento, a veces escolar, del cuerpo a lo largo de la historia con las operaciones que secularmente se han hecho con la mierda, aunque cabe establecer ciertas similitudes: al principio la mierda no existía, al menos como tal, después se amontonaba, luego se escondía, ahora se pesa, se mide, se clasifica y, lo que vale, se re-cicla; por su parte los cuerpos de los escolares, al principio no existían, luego se hacinaban, después se escamoteaban, ahora se pesan, se miden y se clasifican, de modo que los que no valen se apartan definitivamente o si aún pueden aportar algún valor de rendimiento añadido se re-orientan. De todos modos, y aunque cuerpo y mierda parecen dos productos de nuestra civilización condenados a una relación de buena vecindad, no parece, repito, que sean del todo comparables. Tampoco, el tratamiento de aquel a lo largo de siglos de civilización con el tratamiento y uso de los desperdicios y residuos que la vivencia y la convivencia humana producen. En todo caso, propuse a mis colegas una reflexión que quizás nos permita tomar cierta distancia, no con la mierda y su tratamiento, sino con el cuerpo y la educación física; un distancia que nos permita analizarla desde otros puntos de vista menos emotivos, más críticos y, quizás, otorgarle otro sentido a la propia historia de la educación física: imaginemos que en una ciudad mediana -no digo ya en todo un país- se ponen en huelga durante dos meses todos los operarios de la mierda, desde los limpiadores domésticos hasta los barrenderos, los recogedores de basuras urbanas, los recicladores de desperdicios, los oficiales de potabilizadoras, los mantenedores de conducciones, suministradores de productos de limpieza, etc. Comparemos el asunto con lo que podría suponer que todos los profesores de educación física se pusieran en huelga no dos meses, sino dos años, o cuatro, o diez. ¿Qué sucedería en uno y otro caso? No me refiero al grado de conflictividad laboral, sino a los efectos palpables y no palpables sobre cada uno de nosotros y sobre lo colectivo; sobre nuestro propio cuerpoes_ES
dc.languagespaes_ES
dc.publisherUniversidad Nacional de La Plata: Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Departamento de Educación Físicaes_ES
dc.subjectEducaciónes_ES
dc.subjectEducación Físicaes_ES
dc.subjectHistoriaes_ES
dc.subject.otherCuerpoes_ES
dc.subject.otherContracuerpoes_ES
dc.titleCuerpo y contracuerpo: la historicidad de las producciones corporales y el sentido de la Educación Físicaes_ES
dc.typeinfo:eu-repo/semantics/articlees_ES
dc.description.peerreviewedSIes_ES
dc.rights.accessRightsinfo:eu-repo/semantics/openAccesses_ES


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