dc.description.abstract | El nuevo poder de la burguesía obtenido tras la revolución Francesa y la revolución Industrial, marcó un cambio profundo en el sistema de vida del siglo XIX. A partir de entonces el Estado tuvo una intervención, cada vez más creciente, e todos los aspectos de la vida social, de la cual el arte no quedó excluido. Se rompieron las estructuras tradicionales del mecenazgo por parte de las clases superiores, nobleza y clero, pasando a ser la administración y la burguesía quienes detentaron, a partir de ese momento, la función social del mecenas.
En este papel de nuevo mecenas, el Estado potenció una política de ayuda al arte, a través de las Academias, los Salones oficiales, el viaje pensionado a Roma, los premios y condecoraciones, etc.
El artista quedó aislado de su relación natural y personal con el cliente que había tenido a lo largo de los siglos.
El marchante surgió como una necesidad de la nueva relación entre el arte y la sociedad y como una necesidad de mercado, provocado por un mayor interés cultural, que se plasma en la mayor demanda de obras artísticas, la figura del intermediario entre el artista y su cliente, "el marchante" escalón intermedio introducido en nuestra época en el diálogo artista-coleccionista. | es_ES |